— Ayer leí que durante el renacimiento hubo un super boom de un tipo de canciones que se llamaban madrigales y la cosa es que las voces no paran a lo largo de la canción porque imitan el canto de lo ángeles y claro, como los ángeles no tienen cuerpo, no tienen por qué respirar.
Me flipan las cosas que hacían. Es una música real sin cuerpo, ¡sin puto cuerpo! ¿te lo puedes imaginar? — Hay una pausa de dos segundos mientras el sol nos da en la cara. Chris se voltea y empieza a quitar la arena de la toalla.
— Claro que me lo imagino tío pero que más da que sea real o no. Al final todos los mitos son reales porque fueron creados por gente real y todos los ángeles eran reales hasta que los matamos uno a uno y después nos los follamos a todos
— Ser real es aburrido
— Voy a mear
De vez en cuando Chris tiene comentarios bastante lúcidos y mientras mea y me mira fijamente, me lo imagino follándose a un ángel. Lo imagino encerrándose en casa durante meses para crear la nueva cosmología con la que todos estaremos de acuerdo en el futuro. Creando una nueva secta folladora de ángeles meadora de ojos.
— La verdad es que agradezco que los ancianos sigan teniendo cuerpo para poder estafarlos — y se guarda la polla diciéndolo con tal tono de dulzura que parece increíble los miles de euros embolsados por cada compraventa de vivienda. Yo le hablo de música sin cuerpo y él de la estafa del cuerpo.
DOS BOCAS ENCIMA DE UN PERRO
Dicen que la energía dentro de ti es la misma desde tu nacimiento y a lo largo de la vida no tienes más o menos energía. Vamos, que no eres una puta pila recargable, solo estás más o menos opacado dependiendo de cuánto te hayan puteado. También dicen que esa energía formaba parte de un gran tumulto y pedazos de esta se separaron del bloque siendo condenados a la materia y que eso es lo que somos; pedazos de energía incorporados a una materia que debemos superar para volver al tumulto.
A veces me imagino ese tumulto como la gran bola que apareció por internet en la que se juntaba lo que hipotéticamente sería toda la masa de carne de todo ser humano de todo el mundo. La sitúan encima de Central Park para compararla y en realidad tampoco somos tanta cosa.
También dicen que esa energía pasa de cuerpo a cuerpo una vez mueres y en ese “pasar a” puede suceder una división. En estas divisiones la energía se encarna en dos cuerpos diferentes y eso es lo que hace surgir esas conexiones tan potentes en las que tienes la certeza de conocer a alguien de toda la vida. Bueno, también dicen que una energía que hizo daño a una encarnación anterior, es decir, una persona que puteó a tu yo anterior, está condenada a repetir ese mismo puteo y joderte en esta vida.
También se explica que esa conexión tan potente sucede porque los traumas y las vivencias estructuran y dan forma a los conjuntos de sinápsis y en esa conexión lo que realmente se está comunicando no somos nosotros sino la estructura de nuestros cerebros. O sea que en el fondo lo comunicante es una gran masa de carne.
— ¡¿Joder, porqué me miras así?! — Chris se ha asustado. A veces entro en trance y se piensa que estoy preparándome mentalmente para matarlo.
— El otro día vi a tu abuela
— Chris, ¿cómo que a mi abuela?
— Sí — se sienta en la toalla
— Será a mi abuelo
— No no, a tu abuela, la grande, la gorda
— Es imposible
— ¿Qué?
— Que no creo que la vieras porque mi abuela está muerta, acuérdate que adobé un lomo en su honor
— Es imposible, la vi en las piscinas
— ¿Qué?
— Que la vi en las piscinas con un bañador de cuerpo entero de estos
— ¿Y qué hacia?
— Flotaba
— ¿No nadaba?
— No, flotaba, tu abuela no sabe nadar
— ¡Y tú cómo sabes eso! — Chris encoge los hombros— ¿cómo es que estuviste en las piscinas?
— Fui a nadar
— Pero… ¿Sabes nadar?
— Mas o menos. Floto con intención
— Eso no es nadar —me río.
— Tu abuela también flotaba
— No he dicho que mi abuela supiera nadar
— Flotaba
— Mi abuela no está viiiiiiva
— Tu abuela estaba ayer en la pisciiiiina
— ¿Y cómo tenía el pelo?
— ¡No puedo ver debajo del gorro tío!
Me giro, abro la neverita y saco un par de cervezas. — Toma
— La cerveza me recuerda al pis
— Todo el mundo se mea en la piscina
— ¿Nadé rodeado del pis de tu abuela?
— Mi abuela está muerta, joder
— Pero ayer vi a tu abuela en la piscina
Es hipnótico mirar la boca de Chris cuando habla, sobre todo cuando dice este tipo de gilipolleces inducidas por un leve pero constante consumo de LSD. Me ha recogido en Moyúa para venir a la playa. Estaba deprimido porque me habían dicho que si no tenía nada que contar nunca desarrollaría estilo propio. Y ahora entiendo por qué todo lo que escribo parece un texto o una canción chusca. Pero a Chris no le importa una mierda nada de esto. Mírale ahí, tan inocente, jugando con la espuma del mar. Trabaja en una inmobiliaria y se dedica, como él dice, a estafar a ancianos.
Esta mañana, bajando en el autobús, había un señora todo vieja que ha decidido no sentarse en ningún asiento aun sabiendo que los conductores de autobuses son conocidos por su suave conducción. Y ahí estaba. Una curva y la señora agarrada a la barra ha girado lentamente sobre ella, de tal manera que a más de una de estas que hacen Pole dance les gustaría. Un movimiento lento, continuo y terminando con la cabeza pegada al suelo. Menudo estilo.
— Pásame la toalla porfa
— Toma
— ¿En qué piensas cuando te quedas tanto rato mirando las cosas?
— Pues no sé. Por ejemplo, esta mañana, cuando te estabas cambiando, he empezado a ver el tiempo pasar delante de mis ojos. Pero no el tiempo como recuerdos o imágenes sino el tiempo como una gran masa. He podido saborear el día en el que te amenazaré con partirte las piernas si intentas hacerme daño y el careto que pondrás cuando te recalque que no te lo estoy diciendo en broma
— Ah, ¿que piensas dejarme?
— ¡No tío! Jajajajaj Simplemente sé que vas a morir de una manera super trágica estando conmigo, así no tendré que dejarte y tendré material suficiente para seguir escribiendo sobre mis desgracias. En realidad vas a tener una muerte super práctica
— Pero si no eres nada desgraciado
— Ya, ya, pero eso no quita a que no pueda escribir sobre desgracias ¿no? Escribiré sobre tu muerte y lo destruido que estoy mientras me como un Maxibon sandwich de nata — le miro y le sonrío.
— Eres un cabrón
— Y eso, que cuando te miraba esta mañana, he podido escuchar todos los sonidos que todos los armarios de la cocina del piso en el que vivimos harán durante todo el tiempo que vivamos allí
— Como te gusta la palabra todo
— He podido sentir mi cuerpo de siete años y un olor superfuerte de pelo y he podido volver a tocar el corazón latiente de la rana viva que abrimos en canal cuando éramos pequeños. ¿Sabes que las ratas hacen un giro cuando muerden?
— Explícame mejor eso del tiempo
— No sé, a veces el tiempo se abre de una manera extraña delante de ti y te sientes a gusto y sientes que no necesitas hacer nada ni completar nada
— Eso es del Mierdea Eliade este
— Mircea. ¿Sabes? creo que todo el mundo reza pero cada uno reza a su manera y que tampoco lo llama rezar y creo que esta es mi manera particular de rezar
— ¿Cómo? ¿Atravesando las cosas con la mirada? — Chris me mira fijamente.
— ¡Fua! me acabo de acordar. Ayer por la noche volvió otra vez la manada de ratas a casa
— ¿Manada de ratas?
— ¡Sí tío! Tú nunca la has visto porque caes sobadísimo en la cama y se tiran toda la noche correteando por el falso techo
— Vale, y ahora me vas a contar que has aprendido a hablar con ellas y que eres el rey rata. Rataman. Ratatopoman. Ratillamen. Menrata el rey
— Que te calles joder. Me han despertado. Bueno lo que me ha despertado ha sido un ¡plas! Y me he acordado de que ayer se me olvidó ponerle la tapa a la olla y resulta que una puta rata se ha caído en la sopa y flipas con el espectáculo. La rata intentaba sobrevivir y, a la vez, la cabrona de ella no podía parar de ponerse hasta el culo de fideos. Y nada, he alargado la mano, he cogido una espumadera y la he empezado a ahogar en la sopa. — A Chris se la cambia la cara— A ver, la sopa estaba ya perdida y además a mitad de ese submarino mojado me he sentido horrible y he metido la espumadera para que se agarrara y subiera
— Te estoy visualizando en la cocina, empuñando una espumadera con unos putos gayumbos, ahogando una rata en sopa y menuda fantasía
— ¡Tate! que no termina ahí. Entonces, la rata estaba ya rescatada y ha empezado a subir por la espumadera todo mojada, chorreando sopa con fideos entre los pelos y me ha dado tal arcada que he agitado la espumadera y la he hostiado con ella. La pobre, medio muerta, subía y bajaba del fondo a la superficie y ahí es cuando de verdad me he sentido horrible. La he sacado como un huevo frito y la he puesto en el suelo
— Menudo salvador. Eres el nuevo mesías sin mensaje
— Ha empezado a moverse poco a poco y me he asustado y he pegado un pedazo brinco y al caer la he pisado tan fuerte que la suela de la chancla se ha desplazado y he sentido todo su volumen mojado en la planta del pie
Me siento un poco mal por ella. O por mí, todavía no lo tengo muy claro
— Ya, ya, ¿pero al final qué has hecho, matarla o salvarla?
Para matar las orugas que se comen el jardín estoy utilizando arañas, para las arañas escorpiones, para los escorpiones víboras, para las víboras águilas y cuando las águilas terminen de anidar lo quemaré todo. Si tengo suerte prenderá el campo de golf contiguo y cuando pregunten quién lo hizo explicaré que un día caluroso un trozo de cristal hizo lupa y una hormiga se hizo bola de fuego. Que esta a su vez prendió todo el hormiguero y que a modo de parrilla la tierra fue quemándose de dentro a fuera y que claro, que la culpa de todo la tienen las empresas de bebidas carbonatadas.
Es hipnótico ver a las hormigas correr en llamas por el jardín. Comparten una especie de ritmo inconcluso con las mierdas tapadas con clinex que se pueden ver en los laterales del campo de golf. Esos clinex regulares le dan al camino una especie de ritmo indeseado y a la vez recogen el factor humano en la imperfección del alineamiento. Puedo deducir que toda esa gente no se conoce entre sí y que no han cagado a la vez. Si todos se hubieran encontrado allí con el mismo propósito (cagar), y teniendo en cuenta que el ser humano es un ser sensato, lo habrían hecho en línea recta. Así, el recorrido del papel higiénico de mano en mano hubiera sido eficiente y la experiencia de sentirme como un avión rodeado de lucecitas blancas en la pista de aterrizaje habría sido más plena.
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To kill the caterpillars that eat the garden I’m using spiders, for the spiders scorpions, for the scorpions vipers, for the vipers eagles and when the eagles finish nesting I’ll burn everything. If I’m lucky it will set fire the golf course adjoining and when they ask who did it I’ll explain that one hot day a piece of glass turned into a loupe and an ant turned into a ball of fire. This in turn ignited the whole anthill and, like a grill, the earth burnt from the inside out and, of course, the carbonated drinks companies are to blame for everything.
It’s hypnotic to watch the ants running in flames through the garden. They share a kind of unfinished rhythm with the clinex-covered shits that can be seen on the sides of the golf course. Those regular clinex give the path a kind of unwanted rhythm and at the same time pick up the human factor in the imperfection of the alignment. I can deduce that all these people don’t know each other and haven’t shat at the same time. If they had all met there for the same purpose (to shit), and taking into account that human beings are sensible beings, they would have done it in a straight line. Thus, the hand-to-hand toilet paper run would have been efficient and the experience of me feeling like an aeroplane surrounded by little white lights on the runway would have been more fulfilling.
Que en el campo la montaña y a orillas del mar y de corrientes de agua y de fuego el aire es el mismo y la tierra a saber el aire y la tierra por los grandes fríos el aire y la tierra hechos para las piedras por los grandes fríos ay en la séptima de su era el éter la tierra el mar para las piedras los grandes fondos los grandes fríos sobre mar sobre tierra y en los aires poco queridos.(1)
Estamos en un bosque. El lenguaje de un esquizofrénico no tiene dirección. Espero a alguien que no aparece (sé que no va a aparecer, pero la jodida esperanza me tiene comprimido el cerebro). Tres días de espera de una acción que nunca se da. En cada giro solo sucede el espacio donde me encuentro. Es teatro. Leo teatro porque la palabra ha sido atravesada por el cuerpo, la palabra está más cerca aunque el cuerpo atravesado esté lejos y no sea el mío. Una anciana se sienta en una silla de plástico mientras ensayan a su alrededor el guion del teatro. Muchas veces la mejor táctica es la inacción, todo está ahí. Ella no hace nada, ni siquiera mueve la mirada. Es como si estuviera sentada a mi lado; cerca.
Me imagino entonces a mi abuela sentada o tirada en posición de sirena sobre la trébede. Se llama trébede a los altillos ahuecados a modo de hipocausto, una especie de calefacción. Es también el nombre de la tercera grabación de un mismo ejercicio probado con diferentes grupos de gente y variando las condiciones de luz.
La primera grabación la hicimos borrachos después de aplaudir en la ventana. La segunda en un descampado de Okendo. La tercera en la casa de mis abuelos de Palencia. Pasó algo parecido en las dos primeras: el porte, la pose dentro del vídeo (como personajes del vídeo) se dirigía a una imagen. Posar requiere de un adoctrinamiento del cuerpo en relación a la mirada, es prepararse para una mirada.
Para la última grabación el grupo de amigos de la infancia se presta a grabar y empieza a operar un cariño que rompe la pose; nuestra mirada es cómplice y no se dirige a nada más allá del ejercicio y nosotros. Recogemos la mies y nos tumbamos a ver las estrellas. Cabeza en su cadera, cabeza en toalla, cabeza en muslo, piernas en pecho, cabezas juntas, bultos de picaduras, sale corriendo y no ve el desnivel; cara en tierra, traga hierba, carita de bebé, piernas hinchadas, gafas al aire. Nos reímos de él; tirarnos al suelo, reírnos de él. El compromiso con ese cariño termina rebasando el juego, la propia escena y me rebasa a mí como disparador de la situación.
Echo los ojos atrás y miro las primeras grabaciones. Empiezo a ver que la cuestión no está en que los cómplices tuvieran relación (o no) con el mundo del arte, lo que al principio pensaba. Sino cómo, siendo el gatillo de la situación, consigo (o no), igual que la palabra con el teatro, que el ejercicio atraviese sus cuerpos.
1. Samuel Beckett, Esperando a Godot. Barcelona: Tusquets, 2015, p. 62.
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In the plains in the mountains by the seas by the rivers running water running fire the air is the same and then the earth namely the air and then the earth in the great cold the great dark the air and the earth abode of stones in the great cold alas alas in the year of their Lord six hundred and something the air the earth the sea the earth abode of stones in the great deeps the great cold on sea on land and in the air. (1)
We are in the woods. The language of a schizophrenic has no direction. I’m waiting for someone who’s not arriving. (I know they’re not coming, but fucking hope is compressing my brain.) Three days wait for an act that will never happen. All I find at every turn is the space where I am. It’s theatre. I read theatre because the word has been intersected by the body; the word is closer, though the intersected body is distant and is not my own. An old woman is sitting in a plastic chair while they rehearse the script for the play around her. Inaction is often the best tactic; everything is there, so there. She does nothing, even her eyes don’t move. It’s as if she were sitting beside me; close by.
I imagine then my grandmother sitting or lying like a mermaid on the trébede. “Trébede” is the name of a raised platform similar to a hypocaust, a type of heating. It is also the title of the third video recording of the same exercise, tested with different groups of people, varying the light conditions.
We did the first recording at home, drunk, after clapping in the window. The second in an empty plot in Okendo. Something similar happened in both of them: the cast’s bearing, their pose in the video (as characters in the video) were directed towards an image. Posing requires indoctrinating the body in relation to the gaze, it means preparing yourself for someone’s gaze.
For the last recording my group of childhood friends have offered to do the recording and then a kind of caring starts happening that breaks up the pose. Our gaze is complicit and we aim for nothing beyond the exercise and ourselves. We reap the harvest and lie back to look at the stars. Head on hips, head on towel, head on thigh, legs on chest, heads together, insect bite bumps, runs away and doesn’t see the step, face on the ground, swallows grass, babyface, swollen legs, glasses flying. Laughing at him, throwing ourselves onto the ground, laughing. Our commitment to our fondness ends up overflowing the game, the scene itself, and it overflows in me as the one who sparked the situation.
I look back at the first recordings. I begin to see that the issue is not whether the accomplices had (or hadn’t) any relation with the art world, which was what I thought at first, but how I, as the trigger of the situation, manage (or not), as with word and theatre, to get the situation to intersect their bodies.
1. Samuel Beckett, Waiting for Godot. London: Faber & Faber, 2006.
Un alfarero romano marca con tres dedos una X en la superficie de una losa cuando todavía era barro húmedo. Por suerte tengo dedos y marco el aire buscando el gesto que tuvo que hacer para dejar esa huella. Lo más seguro es que esa pieza estuviera en el suelo; reclinado hacia delante y ayudado de un juego de rodillas, hizo esa X; tiene algo de dripping. Por un rato soy romano y alfarero del aire.
Nos preparamos para una jornada intensa, una jornada con tu abuelo en la que desde el cariño te sumerge en un agujero negro de álbumes de fotos y comentarios en off. Maddi coloca un mango disparador a la cámara que parece una cuchilla con gatillo. Treinta metros de película de 16mm, catorce personas, una cámara; dos metros y medio por persona, doce segundos. Hacemos parejas y veinte minutos de rodaje por pareja. Como condición, centrarse en las manos y decirle al siguiente cómo ha terminado tu escena; un cadáver exquisito sin ser cadáver y sin ser exquisito porque el audio lo fue y no todo podía serlo. Tenemos que ser concretos en la decisión de grabar, como si la concreción fuera algo cosificable o algo así como convencerte a ti mismo de que eso que estás grabando es lo que quieres grabar.
Antes de todo, Maddi nos enseña vídeos. El cordero con cresta quiere pendientes y al hacérselos levanta las manos diciendo ‘STOP, no fui preparado para el dolor’. Se fuma un cigarro como si el humo le ayudara a pensar, se plantea la felicidad y la ve en las flores que te va a regalar porque conoce muy bien tu alergia al polen; espera que recibas el afecto en forma de putada. En verdad es el tablero el que decide y no ha decidido nada por ti; tú te ves con otro así que lo arreglaré dejándote y comprándome un niño. ¿Cómo se construye algo desde la no-narratividad si cada vez que te enseño unas imágenes les pones historia? Después de la mañana tenemos todas las tomas dentro de la cámara.
Comida; toca alquimia; mezclamos líquidos; qué fantasía estar preparando droga en el Azkuna, hemos decidido que la distribuiremos desde dentro para que no nos pillen. Nos habían avisado, viene la tele y es raro. Graban nuestra emoción de no saber qué es lo que pasará, una mezcla entre “todo va a ir bien” y una gran probabilidad de que todo se vaya a la mierda si la película se vela. Volcamos líquidos. Este entra, todo, entero, entra dentro y empieza a gotear, tac, un chorro morado, tac tac, ‘no grabéis esto que estamos siendo unos cerdos’. Es la época de estrujado y la homenajeamos poniendo el suelo morado. Ama tiene un vídeo pisando uva, ella es grande y bajita y pesa más que mi abuelo el delgado. Se graba los pies con el móvil mientras pisa uva negra y las avispas revolotean por ahí: ‘Mira mira, así, así, ah, pisando la uva, mira, avispa, a tomar por culo te piso con la uva, mira, otra, con la uva toda’. Termina el vídeo bebiéndose un vaso de zumo de uva y avispa y brinda con la cámara; con una mano graba su otra mano haciendo chin-chin a la mano del móvil.
El niño señala
con una mano
hacia lo alto
con la otra
al fresco túmulo
y ríe
si el abuelo
está aquí abajo
cómo va a estar
allá arriba
ay, el alma
Die Seele (El alma) – ERNST JANDL
Hacemos todo el proceso de revelado y me fijo en la cantidad de agua que usamos para los lavados, nos habría dado para darnos una ducha los catorce, juntos o separados, ya hay confianza. Se abre la cámara oscura que guardaba el film y sale, sale película. Todos los baños del Azkuna están cerrados porque mear no está permitido –ser humano es antihigiénico en esta época– pero nos hemos apropiado de unas llaves para hacerle un lavado de diez minutos a la bobina. Después, manos colgando una película de manos en el secadero improvisado (ya he dicho que estábamos produciendo droga) y a esperar. LA MANO QUE MECE LA KINU, cerveza, jajaja, ́cerveja ́.
Ainara, Maddi y Usue enrollan la película; vamos preparando una pequeña sala multicine privada. Proyectamos la peli dando play al audio de forma manual para hacer una especie de sincronía audio/vídeo y nos vemos envueltos en un corral de comedia. Es tan importante lo que se presenta como el ambiente que lo envuelve. Risas, comentarios en voz alta y la emoción en nuestra cara: somos niños mirando la cabalgata de los Reyes, esperando a que lo dulce nos agreda. Eché en falta algún que otro objeto lanzado a la pantalla. Reunidas todas terminamos viendo una y otra vez nuestra super-no-producción no-hollywoodense.
✷✷✷
A Roman potter marks an X with three fingers on the surface of a slab while the clay was still wet. Luckily, I have fingers and I mark the air looking for that gesture he had to make to leave that mark. This piece was most probably on the ground; leaning forward and supported by a pair of knees, he made that X. It has some dripping. For a while I am a Roman and a potter of the air.
We are preparing ourselves for an intense day, a day with your grandfather who, with affection, immerses you in a black hole of photo albums and off-screen comments. Maddi attaches a trigger handle to the camera that looks like a blade with trigger. Thirty meters of 16mm film, fourteen people, one camera; two and half meters per person, twelve seconds. We form couples and twenty minutes of filming per couple. As a condition, you focus on the hands and tell the next person how your scene ended; an exquisite corpse without being a corpse and without being exquisite because the audio was, and not everything could be. We have to be clear in the decision to record, as if the clarity were something that could be objectified or something like convincing yourself that what you are recording is what you want to record.
First of all, Maddi shows us videos. The crested lamb wants earrings and when it gets them he raises his hands saying ‘STOP, I was not prepared for the pain’. It smokes a cigarette as if the smoke helped it to think. It considers happiness and sees it in the flowers that it is going to give you because it very much knows your allergy to pollen. It hopes you get affection in the form of a dirty trick. Indeed, it is the board that decides and it has not decided anything for you. You see yourself with someone else so I will fix it by leaving you and buying me a child. How do you build something from a non-narrative perspective if every time I show you some images you give them a story? After the morning we have all the shots inside the camera.
Food; alchemy time; we mix liquids; what a fantasy to be preparing drugs in Azkuna, we have decided that we will distribute them from within so that they do not catch us. They had warned us, TV is coming and it is weird. They record our emotion of not knowing what will happen, a mix between «everything will be fine» and a high probability that everything will go to shit if the movie is exposed. We dump liquids. This one fits in, the whole of it, it enters inside and begins to drip,
click, a purple stream, click click, don’t record this, we are acting like pigs. It is the season of crushing and we honor it by turning the floor purple. Mom has a video stepping on grapes, she is big and short and weighs more than my thin grandfather. Her feet are recorded with the phone while she steps on red grapes and the wasps flit around: ‘Look, look, like this, like this, stepping on grapes, look, wasp, fuck it, I step on you with the grape, another one, with the whole grape’. The video ends with her drinking a glass of grape juice and wasp and toasting with the camera. With one hand she records the other hand toasting to the hand with the phone.
The boy points
with one hand
up high
with the other one
to the cool burial mound
and laughs
if grandfather
is down here
how could he
be up there
oh, the soul
Die Seele (The Soul) – ERNST JANDL
We do the complete film development process and I look at the amount of water we use for washing, fourteen of us could have showered, together or separately, we’re close. The dark compartment holding the film is opened and out comes, out comes the film. All Azkuna bathrooms are closed because pissing is not allowed – being human is unhygienic at this time- but we have appropriated some keys to wash the film for ten minutes. Later, hands hanging, a film of hands in the improvised drying room (I have already said that we were producing drugs) and we wait. THE HAND THAT ROCKS THE KINU, beer, hahaha, ́beerzz ́.
Ainara, Maddi and Usue roll the film. We are preparing a small private multiplex room. We project the movie by manually playing the audio to make a kind of audio/video synchronization and we find ourselves involved in a small open theater. What is presented is as important as the environment that surrounds it. Laughter, loud comments and the emotion on our faces: we are children watching the Three Kings parade, waiting for the sweets to attack us. I missed the odd object thrown at the screen. Together we all ended up watching over and over our super-non-Hollywood non-production.